A veces creemos que para cambiar nuestras vidas necesitamos un gran evento
o una señal externa,
pero la realidad es que el cambio empieza con una decisión pequeña y
personal.
Cambiar no significa volverse otra persona, sino regresar a quien
realmente somos cuando dejamos atrás lo que nos limita.
El crecimiento personal no siempre se ve desde fuera. A veces es
levantarse un poco más temprano, dejar de responder a lo que te roba la
paz,
o simplemente tener el valor de decir "hoy no puedo, y está bien". Cambiar
no es una carrera rápida, es un camino que se anda a paso firme,
aunque sea lento.
Lo más bonito del cambio es que nunca es tarde. No importa si ayer
dudaste o caíste, lo importante es lo que decidas hacer hoy.
La versión de ti que sueñas no está tan lejos: está detrás del primer
paso que te atrevas a dar.